Su aspecto denota potencia. Mirada severa. De temperamento impetuoso. Ladrido grave y profundo. Es manso y noble en la familia y desconfiado con los extraños. Posee con la familia la nobleza extrema y la dulzura de carácter propia de los molosos de presa, pero esta dulzura se convierte, ante la presencia de extraños agresivos, en una fiereza e ira incontenibles. Es obediente y resulta fácil de educar.
En 1402, a la llegada del conquistador Béthencourt a la Gran Canaria los cronistas dicen que existían allí "perros salvajes, que parecen lobos, aunque son más pequeños". A lo largo de siglos se constata la existencia en el archipiélago de un perro de presa que fenotípicamente corresponde a un moloso medianamente ligero, robusto y resistente, con coraje para el manejo del ganado vacuno. A partir de 1982 un grupo de criadores decide trabajar en equipo para la recuperación de la raza, que en aquellos años sufre su mayor crisis. En los años sucesivos se organizan diversas concentraciones y muestras de perros "tipo presa canario" con indudable éxito, despertando un gran interés entre los aficionados a la cinología. En 1989 se procedió finalmente al reconocimiento a escala nacional de la nueva raza con el nombre de Presa Canario.
Especialmente dotado para la función de guarda y defensa y tradicionalmente para la conducción del ganado vacuno. Hábil luchador, tendencia que muestra por atavismo. En el pasado se le utilizó especialmente como perro de lucha. Adiestrado para la guarda y defensa da óptimos resultados, tanto por su vigorosa energía como por valor rayano en la temeridad.