El Chow-Chow posee un andar bastante envarado y un cuerpo compacto y robusto.
El cráneo es plano y ancho y el stop marcado.
Su hocico, de longitud moderada, está dominado por una gruesa trufa normalmente negra.
Ojos pequeños, oscuros y almendrados (también pueden ser claros en los ejemplares azules o leonados).
Orejas pequeñas y redondeadas en la punta.
Su lengua azul oscura, casi negra, es única en la especie canina.
Pecho ancho, lomo corto y miembros musculosos.
Pelaje: abundante, denso, recto, más bien áspero, acompañado de un vello suave y lanoso
Color: negro, azul, rojo, leonado, crema o blanco, sin manchas.
Su educación requiere paciencia y cariño.
Hay que cuidar bien su alimentación, porque tiene tendencia a padecer enfermedades cutáneas.
Por otra parte, sus párpados enrollados sobre los hundidos ojos le provocan un constante lagrimeo y su corto hocico le procura dificultades respiratorias.
Hay que sacarlo a pasear para que se mueva un poco y buscar un perro cómodo, de procedencia sana y razonable.
Fiel con su amo, independiente, nervioso y sensible, el Chow-chow debe ser tratado con dulzura y firmeza a la vez.
El ejercicio le gusta muy poco y la comida mucho.
Puede aprender con relativa facilidad las normas sociales. Es cariñoso y leal con su familia, pero intratable con los extraños.
Ladra pero no con persistencia.
Al menos con 2.000 años de historia, el "perro-león" ya aparecía en algunos bajorrelieves chinos.
Era utilizado como cazador y guardián, como perro de tiro y de rebaño.
En ocasiones se comía su carne y se comerciaba con su piel.
Occidente lo descubrió a finales del siglo XIX.
A partir de entonces se convirtió en perro de lujo y de compañía.
El Chow-Chow debió ser un perro destinado a ser alimento, que para ganar peso debía moverse lo menos posible.
De ahí su dificultad para realizar los ejercicios más sencillos.
Su mayor utilidad en la actualidad es la de ser perro de compañía.
Pros:
- Gracioso y cariñoso con sus amos.
- Necesita poco ejercicio y espacio.